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La piel sensible es un tipo de piel que reacciona a los estímulos externos. A la menor agresión externa, la piel sensible se seca, se irrita o pica. El nivel de sensibilidad varía según cada persona: algunos se ven poco afectados, mientras que otros experimentan molestias permanentes.
Cuando la piel es muy reactiva, puede afectar a la vida diaria: a veces, a las molestias físicas se le suman las molestias estéticas, como la aparición de enrojecimiento, granitos o imperfecciones en las zonas irritadas.
La piel sensible necesita un cuidado adecuado que refuerce su barrera cutánea y alivie la irritación.
Sonrojarse de vez en cuando no significa que tengas la piel sensible. La piel sensible es fácilmente reconocible porque reacciona a ciertos elementos externos, que pueden ser diferentes para todos. Algunos sienten tirantez después de tomar una ducha caliente, otros verán aparecer rojeces cuando comen comida picante... Sea cual sea el factor desencadenante, el síntoma principal es la forma en que reacciona la piel. Las personas con piel sensible describen sensaciones de tirantez, sequedad, hormigueo y picor.
La principal causa de la piel sensible es genética: de hecho, muchas enfermedades como la rosácea o el eczema se transmiten en la família. Sin embargo, que tus padres tengan la piel sensible, no implica que inevitablemente desarrollarás la misma reactividad: el entorno y los factores personales, como el estrés y la dieta, también juegan un papel importante en la salud de tu piel. Combinando un estilo de vida saludable y un cuidado regular y adecuado a tu piel, es muy posible mantener la piel llamada "normal", es decir, sin ninguna sensibilidad particular.
Para evitar la irritación, lo ideal es alejarse de la contaminación de las grandes ciudades y evitar el contacto con elementos que puedan causar irritación. Pero no siempre es tan sencillo: mucha gente vive en un ambiente con mucha contaminación, y es difícil eliminar por completo los productos químicos que contienen los productos domésticos y diarios que nos rodean. Afortunadamente, existen otras formas de cuidar tu piel: adaptar buenos hábitos diarios, puede evitar las crisis y recuperar la comodidad de una piel tersa e hidratada.
El agua del grifo es el enemigo número uno de la piel sensible: a menudo contienen una gran concentración de piedra caliza y minerales, que alteran el equilibrio de la piel y provocan irritación. Para lavarte la cara, escoge el agua micelar, que es mucho más equilibrada y permite limpiar de forma eficaz las impurezas. También, evita ducharte con agua demasiado caliente, ya que seca en exceso la piel y alterar el equilibrio de la piel.
Cuando salgas, protege adecuadamente tu piel: utiliza un pañuelo que cubra la cara cuando haga frío o viento, aplícate un cuidado cutáneo anti-polución si vives en la ciudad, y no te olvides de usar un protector solar a diario… Estas simples precauciones te permitirán evitar muchas crisis.
Si notas un vínculo directo entre el estado de tu piel y un elemento de tu vida diaria, procura cambiar tus hábitos para no tener que lidiar con ese factor. Por ejemplo, algunas personas tienen piel reactiva cuando comen ciertos alimentos, cuando se exponen al polen u otros alérgenos, o cuando se exponen al sol durante demasiado tiempo.
Cuando aparecen rojeces o granitos, el primer instinto suele ser camuflarlos con maquillaje. Sin embargo, los cosméticos y la piel sensible no siempre son una buena combinación: la mayoría de estos productos contienen ingredientes irritantes que agravarán la sensibilidad de la piel y harán que sea todavía más reactiva.
Solución: optar por cosméticos de alta tolerancia, sin perfume y no comedogénicos. Comprueba que tu base tenga protección solar y sea adecuada para tu tipo de piel. Cuando compres un producto nuevo, pruébalo siempre en una parte menos visible de tu piel antes de aplicarlo en todo el rostro: en caso de reacción, esto te permitirá limitar el área afectada.
Una buena rutina de cuidado de la piel es esencial para una piel sensible. ¡Pero todavía tienes que saber qué cuidado elegir!
En general, busca siempre la mención "alta tolerancia" en tus productos de cuidado para la piel: esto garantiza que han sido testados y aprobados para su uso en pieles sensibles y que no causan ninguna reacción en particular.
Prioriza, también, principios o ingredientes activos que hidraten, protejan y calmen la piel durante mucho tiempo.
Hace cientos de años, la peonía es conocida desde por sus propiedades calmantes. Ya se usaba en la medicina tradicional china para calmar el picor y la irritación. Los griegos también mencionan esta delicada flor, que en la mitología se describe como capaz de curar las heridas de guerra.
Nuestros expertos científicos y botánicos han logrado integrar las propiedades de este ingrediente activo, la peonía orgánica, en nuestro ritual de cuidados para pieles sensibles. Una garantía confort y una piel radiante.
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